~Analía~
Una de las cosas que odio es cuando todo sale mal, y este es el momento donde me toca fingir que soy débil para que todos crean que realmente vine por celos, no es momento de que se den cuenta del porqué regresé.
Tengo que convencer a Alex de que no soy parte de la policía, y es que en realidad no lo soy, yo trabajo para una organización que me ofreció mi libertad a cambio de que les ayudara con Alex.
Los matones de Alex me han golpeado, siento que me duele cada hueso del cuerpo, pero ya me las pagarán, en especial Reguero, fue el que más me golpeó, siento que no le caigo bien.
Es una bestia.
—¿Puedo decir lo terrible que te ves llena de golpes? Me das pena.
Aparece Alex. Aunque lo ha dicho de manera divertida, su cara está seria.
—Vete al diablo.
Le saco los dos dedos del medio con la poca fuerza que tengo. Me duele todo.
Rueda una silla y la pone frente a mí. Me tienen las manos atadas con unas cuerdas, mis pies rozan el suelo. Estoy cansada.
—¿Con quién trabajas, Analía