Martín llegó tan puntual como siempre, nos dirigimos a la piscina y nos dedicamos a pasar unas horas allí, mientras estábamos en el agua, no dejaba de provocarlo con mis comentarios, él me miraba confundido sin entender nada. Yo sonreía maliciosa mientras se iba dando a la perfección el plan que había fraguado.
-Martín. . .
-¿Si?- me miró atentamente.
-Me encanta el color de tus ojos- lo vi ruborizarse y sentí como el poder invadía mis venas, era genial sentir que controlabas la situación- y tienes una boca- me muerdo el labio y él se remueve incomodo en su silla de extensión.
-Susana. . . – Camino hasta él y me siento a su lado mirándolo directamente a los ojos.
-Me encanta tu cuerpo- le acaricio el pecho para acentuar mis palabras y sin esperar más, llevo una de mis manos hasta su nuca y lo acerco a mí, hasta que nuestros labios rozan. Es natural sentirlo tan cerca, es más lo he sentido siempre tan mío, creo que se debe al hecho de estar al tant