Tomó una decisión sabia, Majestad.
Un murmullo nervioso recorrió el salón, pero nadie se atrevió a responder. Ulrich dejó que el silencio se prolongara, saboreando el miedo que emanaba de cada persona presente. Sus dedos se crisparon en los brazos del trono hasta que, con un movimiento brusco, golpeó el puño contra el respaldo. El sonido retumbó como un trueno, haciendo que algunos de los presentes se encogieran.
"¿Realmente creen que soy lo suficientemente estúpido como para pensar que Phoenix podría conseguir un carruaje por su cuenta y desaparecer sin dejar rastro?" Su voz se elevó en un gruñido amenazante. "Huelo mentiras en este salón. No crean que pueden engañarme."
El rey se levantó del trono con un movimiento fluido, su presencia volviéndose aún más amenazadora. Caminó lentamente, sus pasos resonando en el silencio mortal. A cada persona que pasaba, sus ojos afilados escudriñaban más que sus expresiones; buscaba el más mínimo rastro de culpa.
Cuando se detuvo frente a los guardias responsables de vigilar los ap