—!Cállate Ale! No vamos a ir a ninguna discoteca donde haya chicas bonitas, ¿estas bien? Demuestras lo contrario. Debes apoyar a tu mejor amiga, y esa, soy yo. 

Empiezo a doblar mi ropa enojada de solo imaginar el escenario y la guardo en la cómoda. El chico de ojos azules se dedica a jugar con mis pulseras. 

—Eres demasiado celosa. Además, el sería incapaz de ver a otra chica que no seas vos. —aseguró. Lo miré fijamente y negué varias veces. Escuchar a Ale me estaba sacando de quicio, las ganas de pegarle con la almohada estaban cerca de hacerse realidad. 

—¡Si, lo sé! ¡Pero las chicas bonitas son resbalosas! ¡Ya te dije que no, no vamos a ir a ninguna discoteca! —chillé. Cada día mi novio estaba más hermoso e irresistible, es imposible no ponerme celosa.

—¿Por qué no podemos ir a una discoteca y divertirnos a lo sano, solo bailando? —se quejó súper divertido de la situación. 

<