Salvatore regresó a Londres finalizando la vacaciones.
Decidió llamar a su padre estaba dispuesto a decirle la verdad, ya no le ocultaría que él era su hijo.
Por otro lado.
Kiara no entendía que hacía ahí frente a ella la prometida de Donatello.
— Creo que te equivocaste de oficina. — Expresó Kiara con toda la indiferencia del caso.
— ¡No! No me equivoqué, vengo hablar contigo de mujer a mujer, o mejor dicho de mujer a madre.
— Correccion, entonces sería de madre a madre recuerdo que yo también tengo un hijo de Donatello.
A Genevieve no le agrado mucho escuchar aquella confección.
— Pues tu hijo y tú tienen al dueño de este imperio, no veo que necesites de Donatello.
— Mirá Genevieve, así sea la dueña del mundo, mi hijo tiene, necesita y quiere a su padre, y ni tú, ni nadie puede impedir eso.
— Yo voy a tener un hijo suyo. — Expresó casi con exigencias Genevieve.
— Y yo, ya se lo di uno, hace años. — Reafirmó muy segura y prestando sus manos.
— Donatello Rinaldi se casará conmigo, y n