Nahia apretó los labios. Podía entenderlo, pero tener a Aaron cerca, aunque fuera por la causa más noble del mundo, era difícil para ella.
—¿No podías hacer todo esto en Ucrania? —lo interrogó y él negó mirándola a los ojos.
—El equipo médico que hace la cirugía está aquí, en Inglaterra —murmuró—.