—Es posible que haya que operarlo. Quizás si llegamos a tiempo pueda salvar la mano...
—¡Olvídese de la mano! Me refiero al resto de él, su vida, ¿se va a salvar?
Los paramédicos se miraron y trataron de sonreírle, infundiéndole fuerzas.
—Sí, eso esperamos, de verdad.
Las dos horas que tardaron