—¡Lo siento! Vengo corriendo y escapada —jadeó ella con una sonrisa.
—Tranquila, estaba viendo el entrenamiento —le dijo él.
Aaron se acercó lo suficiente para escucharlos sin ser visto, y observó cómo el chico se metía una mano en el bolsillo y sacaba una llave que le entregó a Nahia.
—Recuerda,