Capítulo XXXVII

Cuando Caín se entera un aullido recorre las montañas todos los lobos bajan la cabeza, pero Caín no se dará por vencido – ¡tenemos que encontrarla!

-Caín pero ese precipicio – diciendo Larisa

- ¡Ella no murió, ni mi hija! – gritando a su hermana

Esta apenas baja la cabeza…

-Envía a los espías, que bajen por el precipicio y encuentren a mi familia…

Aisar da un pesado suspiro – está bien, iré a comunicar tus órdenes

-Alfa Caín, su cuello, volvió a sangrar – dice Lucina

Caín apenas suspira y permite que Lucina vuelva a curar su cuello…

….

Su cuerpo estaba pesado, su cabeza dolía, y el aroma a hiervas medicinales eres un tanto nauseabundo, el llanto de un bebé retumbaba en el lugar y así fue abriendo los ojos hasta que se encontró en una cabaña internada en el bosque…

- ¿Dónde, dónde estoy?

- ¿Estás viva? – diciendo un joven que se acerca con prudencia – saltaste el salto de la luna llena, todo aquel que salta muere…

- ¿Quién eres?

-Me llamo, Alvis Lancaster… ¿Cómo te llamas?

-Estefanía F
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