Cuando escuchó una voz ronca y sensual cerca de su oreja izquierda todo su ser se estremeció, su cuerpo por instinto sabía quién era, se dio una patadas mentales, estaba borracha y se había lanzado sobre él, ¿nunca lo encontraría en una situación convencional?, ¿siempre tenía que darle la impresión de ser una idiota?, no podía creer en su suerte, se tropezaba con ese hombre en los peores momentos.
Tenía los ojos azules, eran como 2 zafiros, pensó, nunca había visto ojos tan hermosos, quería disculparse pero las palabras se atascaron en su garganta, él estaba sonriendo, y la miraba intensamente, el hechizo se rompió cuando su acosador insistió:
El acosador al verse ignorado e intimidado por otro hombre se obligó a volver por donde vino.
Él la miró como excusándose.
Él ya sabía su nombre, la había investigado después de que se encontraran aquella noche en el jardín, a principio cuando se tropezó con ella en el vestidor su encuentro fue demasiado breve, pero cuando la vio esculléndose en plena fiesta sintió curiosidad y admiró su atrevimiento, al hablarle vislumbró su naturalidad, franqueza y falta de artilugios seductores, eso lo cautivó, estaba acostumbrado a que las mujeres usaran su belleza y se le insinuarán con descaro, sin embargo ella hizo lo contrario, eso le pareció refrescante, no recordaba la última vez en que se encontró con una mujer que no intentara seducirlo, era más que evidente después de lo sucedido hoy, que ella no tenía práctica en el arte de la seducción, a juzgar por la manera en que pensaba que sería fácil librarse de un hombre acosador usando un simple no como respuesta, acaso no era consciente de su propio atractivo, era exquisita, una de esas rarezas que uno encuentra en la naturaleza y estaba obligado a apreciar. Cuando la vio del otro lado del pub intentando deshacerse del borracho, tuvo el impulso de saltar y arrinconar al hombre por las solapas, pero tenía compañía, se despidió apresuradamente argumentando que tenía un asunto urgente que resolver, luego se quedó cerca aguardando el momento indicado para actuar, cuando vio que intentaron tomarla del brazo prácticamente saltó para sujetar su caída, ella había aterrizado encima de él encajando su suave trasero entre su ingle, la rabia que sentía se disipó para dar paso a la excitación, pensándolo bien, aquella situación dio un giro a su favor, le dio la excusa perfecta para acercarse a ella. Tenía ganas de conocerla, había pensado en ella más de lo que quería admitir, sabía que había renunciado a su empleo, y tenía sospechas del porqué, eso confirmó la primera impresión que tuvo sobre ella, y solo aumentó su interés hacia la mujer.
Al moverse de la silla ella deja caer el papel que tenía en el bolsillo, pensando que podría ser algún documento Mike lo revisa y encuentra su lista, por un momento no sabe que pensar, esa mujer era una caja de sorpresas, se dijo, no podía creer en lo que estaba leyendo, estaba tachado “emborracharse en un irish bar”, bueno eso definitivamente lo había logrado, apenas si podía ponerse en pie, pero viendo las botellas vacías no había bebido demasiado, tal vez no estaba acostumbrada a beber, eso estaba bien, sonrió, cuando leyó el número 3 y 4, chica lista pensó, y cuando terminó de leer el resto, pensó que se estaba enamorando..
Cuando Avy volvió del baño encontró el papel doblado en la mesa, luego dirigió una mirada de súplica a Mike, se dio cuenta de que ella esperaba que no lo hubiera leído, esa bendita lista, era una señal de los cielos, él tenía la ventaja y era un buen negociador, debía encontrar la manera de pasar más tiempo con ella, y esa lista sería su arma de seducción, concluyó.
Sus continuos encuentros no podían ser una simple coincidencia, algo lo impulsaba a protegerla, no esperaba que ella aceptara fácilmente, pero quería convencerla de hacerle parte de su lista de chequeo, tenía que crear una oferta a la que ella no podría resistir, la mera idea de que alguien más la ayudara a hacer realidad sus fantasías sexuales hacía que le dieran ganas de encerrarla en un ático, no comprendía porqué se sentía tan posesivo respecto a ella, pero no dejaría pasar esta oportunidad. Aquella noche en el jardín cuando ella giró y le contó sobre las intenciones de su madre, él la dejó ir porque estaba demasiado sorprendido por el encuentro, pero ya en ese entonces de forma instintivamente primitiva sabía que ella tenía que ser suya.
Avy seguía mirando sin decir nada, finalmente él dijo:
El rostro de Avy pasó de un color pálido a uno escarlata, no le salían las palabras, él lo había leído, ya ahora sabía todo, viendo que ella no decía nada el siguió