Lo habría hecho antes si Cristina me lo hubiera contado, pero siempre se le daba bien guardar secretos. No podía culparla, yo siempre hacía lo mismo, no solo con mi promesa a Claire, sino también con Alex, sobre todo con su relación con Natalie y el DJ de Bushwick. Antes le di a Cristina una impresión muy vaga, que Alex simplemente era violento, evitando la conexión entre todo. Anoche hablé demasiado, pero no lo dije todo.
—¿Ya no está tan mal como antes? —pregunté—. Habíamos llegado a un acuerdo. Yo pago todo y tú te concentras en ti misma. Se suponía que dejarías a Cristina en paz y que solo la llamarías para ver cómo estaba. Se suponía que harías lo que suelen hacer las madres. No le echarías tus malditos problemas encima. No es tu terapeuta ni tu doctora. Te lo puse fácil, Claire, ¿y cuál era mi única condición? Que te tomaras tus malditas pastillas.
—Fue un error—. Encendió el cigarrillo y le dio una calada rápida; su voz ronca se había deteriorado con los años. Su respuesta indi