Mundo ficciónIniciar sesiónEl château ardía.
No metafóricamente. Literalmente ardía. Las explosiones de Mariela habían encendido tapices antiguos, muebles de madera centenaria, y ahora las llamas se extendían como organismo vivo, consumiendo veinte años de secretos junto con la estructura física que los había albergado.
Tamara, presionando su hombro herido con una mano mientras Damián la sostenía con la otra, miró hacia donde Gabriel había desaparecido en los túneles oscuros.
—Tenemos que ir tras él —dijo, intentando liberarse del agarre de Damián.
—Estás perdiendo demasiada sangre —respondió Damián con firmeza—. Gabriel hizo su elección. Necesitamos salir ahora.
—¡Es mi hermano!
—Y será tu hermano muerto si este lugar colapsa sobre todos nosotros. —Damián mir&oacu







