Capítulo 107. Un momento en familia.
Lyanna contuvo el aliento, esperando el desprecio. Esperando la mueca de asco de Greta. Esperando el "¿qué hace esta aquí?".
Pero no fue así. Ella se puso de pie con una agilidad sorprendente.
—¡Oh, querida! —exclamó la mujer, con una voz llena de consternación genuina—. ¡Ares me dijo que hubo un accidente, pero no imaginé…!
Rodeó la mesa casi corriendo. Lyanna se tensó, preparada para un ataque, pero lo que recibió fue un abrazo.
Un abrazo cálido, suave, con olor a lavanda y talco antiguo. Un abrazo maternal.
—Pobrecita mía —murmuró, separándose un poco para tomar el rostro de Lyanna entre sus manos cuidadas, examinando las heridas con delicadeza—. Mira nada más lo que te pasó. Y esos ojos tan tristes.
Lyanna parpadeó, confundida. No había juicio. No había frialdad. Solo había preocupación.
—Yo… no recuerdo, señora —balbuceó Lyanna, sintiéndose ridículamente pequeña.
—Llámame Eleanor, o mamá, —corrigió la mujer con firmeza, acariciándole la mejilla—. Y no te preocupes por la memoria.