Esa noche Esperanza tuvo un sueño muy raro, pero que le causó una sonrisa y una sensación de bienestar muy agradable.
Había soñado que Deseo le despertaba con un beso y le había llevado el desayuno a la cama. Había sido tan solo un sueño, pero le pareció tan real que le produjo un millón de sentimientos y sensaciones.
Empezaba a pensar que el colgante era realmente mágico y le mostraba sus sueños y deseos de su subconsciente. No podía pensar mucho en ello, pues debía ultimar el discurso que debía dar en la pastelería.
Esperanza era la mejor oradora de todos los alrededores y sus discursos estaban llenos de emoción y mensajes importantes.
Este año había sido trascendental para su familia y por eso le hacía tanta ilusión todo lo que iba a hacer.
Ya estaba todo listo para el encendido y hasta habían preparado una fuente de tres chocolates para que la gente bañara frutas en ella. Hicieron las últimas comprobaciones y la mujer ensayó su diálogo.