LA ADHALIA NEGRA
AMELIA
Y tal y como lo dije. Le salve la vida a Alejandro una vez más.
Santiago insistió en verme, es justamente por eso que comienzo a odiarlo por mi parte.
Asunción lo ama y lo espera cada noche con esa magnífica sonrisa que solo hace resplandecer más al verle.
¿Qué ha hecho él? Buscar a la mujer que bailó para él esa noche, olvidando la promesa que le hizo a Asunción. Es obvio, tiene todo a sus pies.
Alejandro y yo creamos el plan para mañana y por fin pude venir a descansar un poco después del día tan pesado que tuve. Llegué a la casa y para mi suerte ahí estaba Natalia cenando. Sonrió al mirarme y ver que por fin, después de varias noches, cenaré con ella.
–Natalia –, llamo su atención.
–Hola –, dice sin mirarme.
– ¿Cómo has estado?
–Muy bien –, dice desganada. Me siento a su lado sonriendo.
–Vamos, Natalia, dime lo que sea.
– ¡¿Por qué no me dejas en paz?! –Se levanta muy enojada de la silla. Yo me quedo atónita.
–Natalia yo...
– ¡Déjame en paz! ¡Ocúpate de tu