LA ADHALIA NEGRA
Mi corazón latía muy fuerte, era extraño pero tenía miedo. ¿Qué hacer con lo que siento? Siempre he tenido miedo y siempre lo oculto.
Tomo valor, ahogo ese presentimiento y continúo mi camino mientras sé que el hombre viene detrás de mí.
Finalmente llegamos a mi camerino. No tenía nada que perder cuando no tenía nada.
— ¿Y bien, en qué le puedo ayudar? –Pregunto enfrentándolo
Él sonrió nuevamente, toco su labio inferior y comenzó. –Eres perfecta, eres la combinación perfecta para todo esto que necesito. Mira, hermosa, todas pero todas tienen sueños y tú no eres la excepción, lo puedo ver en tus ojos. Vamos, puedes confiar en mí y decirme que es lo que has dibujado en tu mente. –Sus palabras me hacen pensar en mis dos grandes sueños, y aunque quiera decirle que deseo, evado su pregunta.
—Tal vez la verdadera pregunta es, ¿qué quiere usted de mí? –Llamé. Él sonrió tontamente a esa pregunta. Se acercó a mí y mira mis labios de manera como si quisiera besarlos.
—Enamora