CAPITULO XXXI

Capítulo 31

¿Alguna vez se preguntaron? ¿Qué sería de ti en completa soledad? ¿Quizás sólo tú en tu propia casa? Un lugar donde estuviera nadie conocido para ti, solamente tú persona contra todo. Sin familia, sin amigos… el mundo vacío.

Nadie querría sentir algo parecido.

Así se sentía René, observando a la preciosa Alfa entrar, cargando maletas pesadas, con la mirada perdida. Sus latidos se aceleraron, los ojos mieles de la mujer captaron los suyos celestes. El mundo pareció detenerse. René camino en su dirección, sentía la necesidad de abrazarla, besarla, consolar su ser. Pero Kendra tenía otros planes.

Suspiró, estaba por decirle que se detuviera, pero dos presencias entrando a la mansión la detuvieron. Eran Matthew y Damián que traían más maletas

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