Capítulo 46 Ming y Zhao.

El fénix arremetía contra Kiriko, quien se desarmaba en gemidos, era la primera vez en todas sus vidas que la niebla era mujer, y estaba más que feliz con ese hecho, sus rodillas abiertas y su trasero empinado, mientras sus manos trataban de mantenerla firme sobre el mullido colchón, claro que la mano de Nuriel que enrollada en su cabello y, tiraba de este cual riendas sujetarían a una potra salvaje ayudaba a su equilibrio, y la otra mano del fénix apretaba con fuerza su cadera, tratando de mantener a su destino firme para embestirla con fuerza.

— Dioses, ¡Nuriel! — gimió la joven sin poder contener el cuarto orgasmo que la pasión de su amado había provocado, y solo entonces el fénix se vacío en su interior.

— Mi fuego eterno. — dijo a modo de rezo, y ese fue el límite de Declan, quien no se molestó en abrir la puerta de la recamara, simplemente la arrancó, para escapar de aquel lugar. — Creo que tu castigo fue demasiado para el niño. — dijo con diversión el fénix, mientras llevaba la
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