—¿Cuándo vas a traer a la hija de tu exesposa?
—Creo que deberíamos planearlo bien. Gloria emocionó mucho cuando se enteró. ¿Qué te parece si esperamos un poco más?
Emilia se apoyó débilmente en Benjamín, paralizada.
—¿Estás llorando? ¿Por qué no me lo dijiste?
Esta se puso a hacer pucheros: —Estos días has estado trabajando duro, y no quería molestarte con cosas tan insignificantes.
—Además, ya dijiste que la traerías. No te preocupes, ¡la trataré tan bien como a mi hija!
Pero vi a Gloria, pinchando a una muñeca con una aguja, en la que había un papel pegado con el nombre de Mía.
En cuanto Benjamín la llamó, ella escondió la muñeca rápidamente y corrió hacia él.
—¡Papá, no te preocupes, ¡trataré bien a Mía!
Al igual que Emilia, Gloria ya había aprendido cómo hacer un teatro a su corta edad.
Benjamín, sin embargo, estaba cegado y no notó nada.
Siguió riendo como un payaso, pensando que él mismo era tan capaz que todo estaba bajo su control.
—Gloria es buena. Cuando estuvo e