Siempre tú

Tener tu piel y tu corazón no ha sido más que un vago sueño que ansío hacer realidad...

***

No me negué a su caricia, mucho menos a esa mirada que me estaba dedicando y no podía describir por la misma profundidad y confusión que se reflejaba en ella. Su caricia se prolongó por más tiempo y se extendió casi por todo mi rostro, quizás más de lo que debería, pero yo no tenía intención de alejarme y él tampoco se veía que quisiera detenerse.

No me negué a su caricia, mucho menos a esa mirada que me estaba dedicando y no podía describir por la misma profundidad y confusión que se reflejaba en ella. Su caricia se prolongó por más tiempo y se extendió casi por todo mi rostro, quizás más de lo que debería, pero yo no tenía intención de alejarme y él tampoco se veía que quisiera detenerse.

—Te he extrañado como no tienes idea — confesó, deteniendo sus manos un poco más abajo de mi cuello—. Extraño los días en los que éramos solo tú y yo. ¿Qué fue lo que cambió? ¿Por qué nos distanciamos?

—Así es la vida, Mike, tú sigues la tuya y yo la mía. Esa... amistad de niños se quedó en el pasado, pero nos unió ahora que somos adultos. Además de que somos familia.

Me soltó y se separó de mí como si estuviera hecha de fuego y sus manos se hubieran quemado. Quedé desconcertada y vacía al verlo tan lejos y cerca de mí a la vez.

—D-debo irme — murmuré, levantándome de la silla y tomando mis cosas con rapidez, antes que esas lágrimas escaparan de mis ojos y él se diera cuenta de ellas—. Gracias por siempre estar conmigo y haberme invitado tan rico desayuno. Saluda a Cloe de mi parte.

—June — me detuvo con suavidad y me abrazó, enterrando su nariz en mi cuello—. Necesito hablar contigo.

—Dime, ¿de qué se trata?

—De nosotros — me apretó más fuerte contra su pecho—. Sobre todo, aquello que hemos pasado juntos. No llevamos la misma sangre, pero siempre te he considerado como parte de mi...

Y que seamos familia, aunque no corra la misma sangre por nuestras venas, es mucho más doloroso. Él me ve como su prima, quizás como una de sus hermanitas y yo lo veo como un sueño de niños.

—Mike, ¿recuerdas que te prometí que, pasara lo que pasara, serías el único que sabría todo de mí?

—Así es.

—Te he ocultado algo muy importante.

—¿Qué cosa? — se separó de mí, frunciendo el ceño—. Juramos que nunca nos íbamos a ocultar nada.

—He tenido un sueño y nuca lo he podido hacer realidad.

—¿Qué sueño es? Sabes bien que entre los dos lo podemos hacer cumplir.

Acuné su rostro en mi mano y me acerqué un poco más a él. Nuestras bocas estaban muy cerca y me sentía indecisa en si debía besarlo o no. ¿Cómo reaccionaría si le robaba un pequeño? ¿Cómo sería mi propia reacción al acceder a las peticiones de mi corazón? Él estaba próximo a casarse y yo quería un vivir un último momento con ese chico que logró adentrarse a mi corazón.

Cerré los ojos y presioné mis labios en los suyos, percibiendo en la boca y por toda mi piel un fuego que, en lugar de disminuir, aumentaba con cada milésima de segundo que transcurría en el reloj. Estaba muy mal lo que estaba haciendo, más por el hecho de que él tenía a su lado una buena mujer y que era testigo de su amor, pero por primera en mis treinta años de vida, había perdido el miedo de probar sus labios.

Nos separamos lentamente y pensé que se iba a ofender conmigo, pero ese no fue el caso. Se veía tan confundido, con los labios entreabiertos y el ceño fruncido.

—Al menos no moriré siendo virgen de labios... — bromeé, cayendo en cuenta de mi error y alejándome de él—. Cierra la puerta cuando salgas, por favor.

Quería salir corriendo, pero mis piernas me fallaron al dar el paso. Todo mi ser temblaba y mi corazón parecía a punto de detenerse.

No alcancé a dar tres pasos cuando me tomó del brazo, me giró de un rápido movimiento y se unió a mí como nunca lo llegué a imaginar. Su boca tomó posesión de la mía e hicieron un contacto que, en lugar de hacerme sentir mal o paranoica, me hizo sentir y experimentar lo que mis pequeñas hermanitas e incluso él mismo me han contado de un primer beso.

Su beso fue lento, guiando mis torpes movimientos de labios mientras acariciaba mi mejilla y me apretaba contra él. Después de unos cuantos segundos, me permitió tomar aire, pero tampoco fue mucho porque volvió atacar mi boca de manera un poco más ruda y demandante.

Me derretí en sus brazos y en su paladar por eternos segundos. Ni siquiera tuvimos noción del tempo sino hasta cuando me tenía presionada contra la pared y me besaba como si su vida dependiera de ello. Nos separamos tan solo poco y nos miramos a los ojos. Esos dos cielos tan bonitos me miraban con un brillo diferente, uno que nunca antes había visto en ellos.

—No puedo contener esto que siento por más tiempo — volvió a arrebatarme un beso, tirando de mi labio inferior al segundo que se separó de mi boca—. Yo te amo, June, siempre te he amado.

—¿C-cómo? — su reciente beso y, sumando esa mordida, era un manojo de electricidad.

—De mis sentimientos era de lo que quería hablarte, de lo feliz que soy al verte sonreír y de lo infeliz que soy cada que te rompes como lo haces. Me precipité en tomar una decisión y hora no sé cómo remendar las cosas. Pensé que podía olvidarte con el amor de otra mujer, sin embargo, no fue de ese modo. Entre más trato de arrancarte de mis pensamientos, más te adentras en mi corazón.

—¿Por qué me dices esto justo ahora?

—Porque sé lo difícil que es para ti el contacto con las personas. Que te hayas atrevido a robarme un beso me hizo caer en cuenta de que todo este tiempo he cometido solo errores.

—¿Y qué hay de Cloe? Dios mío, Mike, no puedes engañarla conmigo.

—Ella ha sido buena y no lo merece, pero tú eres lo más importante en mi vida. Siempre has sido solo tú y nadie más para mí.

Mis palabras se ahogaron una vez más en sus labios, en esos besos que me sabían a la mismísima gloria y me llevaban a entender un poco mejor mi amor por él. Aunque me sintiera confundida y sorprendida, también había sido siempre él en mi vida. No había ninguna otra persona en este mundo capaz de hacerme olvidar los miedos por un segundo, dejando ese maldito pasado en el olvido. Mike siempre tuvo esa habilidad en mí, de adormecer mi dolor con sus brazos y sus promesas, y ahora parecía arrancarlos de raíz con sus besos y sus tiernas caricias.

—Te amo, pequeña glotona — realizó un camino de besos por mi mejilla, esparciendo electricidad a partes de mi cuerpo que siempre habían permanecido dormidas—. Te he amado desde que era un estúpido niño y ahora te amo mucho más. Aunque siga siendo igual de imbécil, mis sentimientos por ti nunca van a cambiar, todo lo contrario, se harán mucho más fuertes con el pasar de los días. 

*

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