—¿Cómo es posible que no haya nada? — gruñí una vez más, caminando de un lado a otro.
—Joder, quédate quieto que ya me tienes harto, Mike — se quejó tío, resoplando con fuerza—. Alguien debe estar encubriéndola, ya no me caben dudas.
—Pero ¿quién?
—Alguien con todo el poder para hacerlo — volvió a resoplar—. Un bastardo con la suficiente inteligencia para jugar con el que le dé la gana. ¡Maldito entrometido hijo de puta!
Lo vi realizar una llamada y discutir acaloradamente por varios minutos, antes de dejar el teléfono con fuerza sobre el escritorio y esbozar una sonrisa ladeada.
—Lo sabía.
—¿Qué cosa?
La cabeza la sentía a punto de estallar, sin contar que no he dormido bien por casi dos meses. June no sale de mi mente ni por equivocación. Siento que voy a desfallecer si ella no regresa a mí.
—Está en Londres, en el apartamento de Kilian — soltó y sentí como el alma me volvía al cuerpo—. Y gracias a Remi no dábamos con su paradero.
—No perdamos más tiempo, tío — me enfilé a la salida