Desde el comienzo empecé a mandarle globos a Beth y ella se desconcertó por completo. No lo esperaba. Pensaba que yo, siendo una desconocida, jugaría a la defensiva, tendría un juego timorato, metida en mi campo, y cohibida y que trataría de evitar sus voleas y drives, pero, al contrario, pasé al ataque de inmediato. Me puse adelante 3-0, enmudeciendo al estadio. La entrenadora de ella, se enfureció.
-Don't neglect your back, daughter!-, le dijo.
Rayos, la entrenadora de Moore era su propia mamá.
Ella reaccionó, entonces, a apertrechó en su retaguardia y logró, al fin, mandarme sus implacables y efectivas voleas. Eso le permitió remontar y empatarme el partido, desatando otra vez la euforia del público.
Eso me dio risa. Desafié a la gente que colmaba el estadio caminando delante de ellos, moviendo las caderas, cimbreando la faldita, tirando mis pelos, levantando los hombros y alzando los tobillos como waripolera. Los hinchas volvieron a molestarse y ésta vez se volvieron irasci