Márquez me buscó en la noche. Ya me había acostado, estaba viendo televisión, cuando timbró ansioso y vehemente. Pensé en no abrirle pero él siguió atronando con los timbrazos. Me puse una bata y fui abrirle. Estaba ebrio.
-Debo dormir temprano porque tengo un compromiso muy importante mañana-, me disculpé, pero Márquez me dio un empellón y se metió a la casa. Su aliento era atroz. Había estado bebiendo mucho.
-Mi esposa se enteró de lo nuestro, Katty, es tu culpa-, me enrostró con la cara ajada, la boca fruncida y escupiendo su furia.
-Yo te dije muchas veces que era peligroso vernos-, le recordé, amarrando mi bata.
-Eres una perra-, me dijo tan borracho que estaba. Me puse iracunda.
-Es mejor que te vayas-, lo empujé hacia la puerta.
-No me voy porque si me esposa me deja, tú serás mi mujer ahora-, me dijo y quiso abrir mi bata. Volví a empujarlo, esta vez con mis dos manos.
-No quiero problemas contigo, estás borracho, mañana te disculparás con tu esposa, tratarán de arre