Caminaron la larga calle en línea recta. María creyó que llegarían primero al final de los cultivos, cuando Pablo se detuvo de golpe provocando que por poco chocara contra su espalda.
-Llegamos - informó con el cuello torcido hacia la derecha.
Curiosa, dirigió la vista al mismo lugar. En medio de dos casas, inmensos matorrales de rosas bloqueaban cada esquina de la entrada. Las ramas estaban tan tupidas que nada se podía ver a través. Espinas sobresalían, dejando libre un pequeño espacio en medio. Únicamente en ese momento, Pablo se acercó y le agarró el brazo.
-Entremos - la llevó al espacio libre, descubriendo lo que las ramas ocultaban.
En el interior, las ramas de las