Juego Perverso
Juego Perverso
Por: Ravette Bennett
Epígrafe

Sentir los labios de Xander King sobre mi piel, hace que pequeñas chispas cargadas de tensión se disparen por todo mi cuerpo, a mis diecinueve años podría decir que estoy completamente enamorada de él, o al menos eso es lo que pienso, ya que en el fondo, había alguien más ocupando mi estúpido corazón, alguien que compartía el mismo ADN que mi novio; Aiden King, su primo, ambos apuestos, sexys y muy parecidos, ya que compartían el mismo color de cabello, negro, y los ojos azules, solo que los de Aiden, mi mejor amigo, de un azul más intenso.

—Te quiero hacer mía, muy duro —me susurra agarrando mi trasero—. Me vuelves loco, Lilibeth.

—Lo sé —río.

Rodeo su cuello con mis brazos, es el día, estoy segura de ello, y es por eso que cuando baja a mi cuello al tiempo que estruja mis senos, comienzo a pensar que es momento de que ya es tiempo de subir a su habitación. Aprovechar momentos como estos en los que Aiden no se encuentra, ni su familia, es una oportunidad que debemos aprovechar, sin duda.

—Hazlo —inspiro profundo.

—¿Segura? —sus labios me hacen cosquillas cuando están sobre mi pecho.

—Sí —asiento.

Una parte de mi quiere hacer esto, otra, sabe que habla la calentura del momento, de cualquier manera, Xander es el indicado, llevamos más de cinco años juntos, así que ¿por qué no?

—Bien, nena —toma mi mano—. Andando.

Río por lo bajo mientras subimos las escaleras con prisa, los padres de Aiden eran famosos abogados y en estos momentos estaban cada uno en diferentes países, defendiendo a sus clientes, casi siempre estaban ocupados, por ello en la casa de los King, siempre había fiestas y los primos más temidos hacían lo que querían.

—Carajo.

Dice Xander en cuanto entramos a su habitación.

—No sabes cuánto he deseado esto —arguye estrechando mi cuerpo con el suyo.

Mete su lengua en mi boca, muerde mis labios, me toca con tanta intensidad que no me doy cuenta ni cuando me ha llevado a la cama, mucho menos soy consciente de que se ha quitado toda la ropa quedando solo en bóxer, hasta que comienza a despojarme de la mía. Me desabrocha el sostén y sus ojos obtienen un brillo que hace que mi corazón lata con fuerza.

—Joder, eres… joder, joder, Aiden me va a matar —tensa el cuerpo.

—¿Por qué mencionas a Aiden? —frunzo el ceño.

Sus ojos se anclan dos segundos en los míos.

—No dije eso, debiste entender mal —intenta volver a besarme pero me niego.

—No, dime…

—Joder.

Me baja las bragas, estoy a nada de patearle las pelotas, pero mi mente se pone en blanco al ver su pene una vez que se quita los bóxer. Me muerdo el labio inferior y tomo una larga bocanada de aire. Su miembro hace que trague grueso.

—Que jodida mirada tan sexy —ladea una sonrisa de media luna.

Recorro con la mirada su cuerpo bien estructurado, he escuchado tantas veces que la primera vez es tan dolorosa que en estos momentos no sé se si lo decían para asustar, o porque todos los penes del mundo son del mismo tamaño.

—Quiero hacerte mía —su voz es ronca y demasiado varonil.

Asiento.

Me abre las piernas y dejo caer mi espalda sobre la cama. Respiro profundo cuando…

—Espera —me incorporo.

—¿Ahora qué? —frunce el ceño agarrando su polla con la mano para enfilarla en mi coño.

—¿Y el condón? —enarco una ceja con incredulidad.

—Ah, cierto.

Se inclina para buscar algo en la cajonera de al lado.

—Mierda, no tengo —replica.

Comienzo a cerrar las piernas, él ve eso y el nítido enojo se palpa en sus pupilas. Realizo una mueca de desacuerdo.

—Creo que…

—No, espera —dice—. Aiden debe tener cajas de condones, siempre las usa, no tardo.

Y así como así, sin esperar respuesta alguna, sale de la habitación en pelotas dejándome sola. Me dejo caer de nuevo sobre la cama y al instante de hacerlo su móvil vibra, lo ha dejado sobre la misma cajonera a mi lado, me incorporo y la curiosidad me hace tomar el aparato, el nombre de Silver Smith; una pelirroja de ojos negros que es la p**a de Aiden, parpadea con insistencia, me muerdo el labio inferior indecisa hasta que por fin tomo el valor y respondo.

—Ya era hora de que contestaras —dice rápido sin darme la oportunidad de aclarar que soy yo—. Joder, estoy caliente, quiero que me des como lo hiciste esta tarde.

Sus palabras me caen como balde de agua fría.

—Eso que me hiciste con tu miembro antes de ver a Lilibeth, fue de lo más… —se queda callada—. ¿Por qué no hablas?

Cierro los puños.

—Porque no soy Xander —respondo—. Pero gracias por la información ¿puedo saber desde cuando has estado siendo su p**a? ¿Acaso Aiden no es suficiente para ti? Me pregunto que pensará cuando se entere de que te estás tirando a su primo.

Silver comienza a reírse y yo a cabrearme.

—Tú sí que eres una idiota —responde—. Yo me acuesto con los dos primos y ambos lo saben, por lo que Aiden está enterado, en cuanto al tiempo, llevo haciéndolo con tu querido novio desde hace tres años.

Mi corazón palpita con fuerza.

—Pero no te enfades con él —sigue—. Es normal en chicos que salen con mojigatas, tienen necesidades y cuando chicas como tú no los complacen, para eso estamos nosotras…

Cuelgo, la rabia comienza a consumirme y dejo el móvil sobre la cama, agarro mi ropa, me visto deseando que la oscuridad me engullera, la puerta se abre justo cuando estoy subiendo mis jeans.

—¿Pero qué m****a, Lilibeth? —tensa la mandíbula con tanta fuerza que temo escuchar el crujir.

No le respondo, tomo mis cosas, me acerco a él y sucede, le lanzo un puñetazo tal y como Aiden, mi estúpido mejor amigo me enseñó. Los nudillos me duelen, le he dado en la nariz ya que esta sangra. Las lágrimas llenan mis ojos y la barbilla me tiembla queriendo retener lo inevitable.

—No te vuelvas a acercar a mí, hijo de perro —mi voz es firme.

—Qué…

—Por cierto, acaba de llamar la p**a que comparten Aiden y tú para avisarte que quiere que te la tires como lo hiciste hace dos horas —arguyo.

—Mierda… escucha, lo puedo explicar.

Niego con la cabeza y lo aparto para salir se su habitación, la cual ya me estaba asfixiando.

—¡Lilibeth! —exclama a mis espaldas al tiempo que bajo las escaleras con impaciencia—. ¡Maldición, Aiden me va a matar!

Sigo sin entender por qué lo menciona, como si fuese un padre al que darle la queja, mi mejor amigo me mintió y mi novio me engañó, no quiero verlos a ambos.

—¡Lilibeth!

—¡Jódete, cabrón! —exclamo llena de rabia.

Llego hasta el vestíbulo, la puerta principal se abre y entra Aiden con una chica muy hermosa, colgada de su brazo, me ve y frunce el ceño.

—¿Qué sucede aquí? —pregunta con su voz ronca y gélida.

Los ojos de la morena que trae para follar, me recorren con rapidez, haciéndome sentir pequeña e insignificante por un par de segundos. No es que no crea que soy hermosa, lo soy, mi cabello rubio y mis ojos grises son mi mayor atractivo, soy consciente de que tengo un culo firme y unos pechos con una perfecta copa "C" Que muchas quisieran tener naturales, solo…

Recuerdo las palabras de Silver y me siento traicionada por mi mejor amigo. Por lo que me acerco a él dándole una patada en las bolas que lo hace soltarse de la chica e inclinarse del dolor.

—¡Joder!

—Pregúntale al gilipollas de tu primo —refuto—. O mejor aún, a Silver, después de todo ambos comparten a la misma ¿no? Maldito mentiroso.

No me espero a ver una reacción de Aiden, mucho menos a que Xander me de explicaciones, las cosas ya están. Por lo que salgo de la casa y camino a la mía, que está justo al lado, no entro porque sé que Aiden me va a joder, subo a mi auto, enciendo el motor viendo de soslayo como el traidor se mi mejor amigo sale de su casa para caminar echo una furia hacia donde estoy.

«No esta vez, Aiden»

Piso el acelerador y arranco sin mirarlo, no volteo atrás, solo sigo hasta alejarme de la zona de residencias, mientras conduzco conecto el móvil al sistema del auto y poniendo el manos libres llamo a la única persona que me puede ayudar en situaciones de crisis como esta. Elsa Verity, mi mejor amiga, una castaña de ojos verdes que se la vive en el club nocturno de su familia.

—¡Ragazza! —exclama al atender.

—Me engañaron —suelto apretando el volante con fuerza.

—¿De qué hablas?

—Los primos King, es que debí haberlo imaginado —lloro de rabia.

—No entiendo de qué hablas.

—Aiden y Xander se acuestan con Silver Smith, la p**a personal del que hasta hace pocos minutos consideraba mi mejor amigo —las palabras que brotan de mi garganta me parecen irreales dejando un sabor amargo.

—Oh, joder, ya lo sabes…

Casi freno de golpe al escuchar a Elsa.

—¿Qué has dicho? —sigo conduciendo—. ¿Acaso tú también sabías?

—Mierda —resopla—. Todos lo sabemos desde siempre ¿vale?

—¿Todos?

—Sí, la escuela, el pueblo entero, todos. Siento haberte mentido, pero tienes que entender que si nadie te ha dicho nada es…

Se queda callada.

—Habla, Elsa.

—No sé sí sea buena idea decírtelo, es decir…

—¡Habla! —exclamo.

—Aiden, él nos ha amenazado a todos. Solo puedo decirte eso.

Cuelgo, la cabeza me da vueltas y siento que el aire me falta, en un momento de arranque giro el volante, las llantas rechinan y acelero en busca de un sitio que no tenga nada que ver con alguien conocido. Aiden era un mentiroso, Xander me engañó con una p**a, y ahora Elsa, mi mejor amiga me estaba ocultando cosas de mi mejor amigo, todo era una m****a. Mis ojos arden, se llenan de lágrimas y pierdo la noción del tiempo hasta que llego a uno de los clubes nocturnos a los que suelo venir con Elsa cuando queremos pasar una noche de chicas.

Aparco en el mismo lugar de siempre, entrando el olor a cigarrillo y a alcohol me pica la nariz, no reparo en nadie pero de soslayo me doy cuenta de que robo la mirada de más de uno. Llego hasta la barra y le pido al barman un trago, estoy sola, ardida, dolida y despechada. Confiaba en Xander, en todos, pero tal parece que son una bola de traidores.

A los pocos minutos mi cuerpo se relaja, mis pensamientos no son los mismos y me dejo llevar por la música, me pongo de pie con la intención de caminar hasta la pista de baile, cuando me mareo y tambaleo.

—¿Estás bien?

Una voz masculina me hace levantar la mirada para encontrarme con un par de ojos caoba y sonrisa encantadora, el chico de cabello avellana me sostiene de los brazos evitando mi caída.

—Dios, lo siento…

—Eres Lilibeth, ¿cierto?

La pregunta me descoloca un poco y me paralizo cuando se atreve a tocar mi mejilla, nadie, a excepción de Xander y Aiden me ha tocado de ese modo, una de las razones es el traidor de mi amigo «si es que puedo seguir llamándolo así» ya que siempre ha ahuyentado a todos de mí.

—Eres amiga de Aiden King ¿verdad?

Ladea una media sonrisa y estoy a nada de abrir la boca para responderle, cuando en menos de un pestañeo estampa sus labios sobre mí, pero eso no es todo, ya que enseguida se escucha el murmullo de la gente.

—Joder, esto va para la página oficial de la escuela.

Me aparto de él y volteo a ver al nerd que alza su móvil luego de haber tomado una foto.

—Tú… —la palabra se me adormece.

—Lo siento princesa, pero Aiden se va a enterar de esto, él tiene ojos en todas partes —dice el chico mostrándome que ha posteado la foto.

—Mierda.

Miro al chico que me acaba de meter en serios problemas, porque Aiden es un dolor de culo, y pese a que me sonríe y que estoy un poco ebria, me enderezo.

—Soy Jonathan Baiden…

—Y yo soy Lilibeth Wingstor.

Acto seguido le doy un puñetazo y al instante mi móvil comienza a sonar, lo saco del bolsillo de mis jeans y trago duro al ver el nombre que parpadea en la pantalla con insistencia.

—Aiden —susurro con rabia y apago el celular.

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