Capítulo 40

Silvia sacó a Camila del hotel, por una puerta de servicio, por supuesto utilizando un buen método para mantenerla callada y tranquila, una arma y mientras ambas caminaban por la acera de la calle, Camila se preguntaba como es que Silvia no había sospechado por su cuenta la verdad sobre Julián. Él era un mentiroso de mierda y ella lo sabia y aun con eso confió en él.

No había sido su culpa, sino de ella por confiar y creer en las artimañas de Julián, pero no pudo decir lo que pensaba, estaba demasiado asustada y creyó que no sería bueno provocar la ira de Silvia en ese momento, estaba demasiado alterada con la noticia.

Silvia alzó la mano para pedir un taxi, por supuesto los primeros dos que pasaron la ignoraron porque llevaban pasajeros, pero el último que la vio se acercó a ellas.

—¿Adónde?—cuestiono el taxista cuando Silvia obligo a Camila a entrar.

—A una agencia cercana de renta de autos—expreso tratando de contener su ira, estaba tan alterada que pensó que no era buena idea usar
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