La Sombra del Rey
La furia del Rey Charles era una fuerza elemental que sacudió los cimientos del castillo. La noticia del audaz rescate de Orlo, la creciente ola de rumores y el fracaso de los espías de Isabel para localizar a Conan y al herrero Silvio, habían encendido una rabia que consumía al monarca. Su salud, ya frágil por la vejez y una enfermedad que lo carcomía lentamente, se deterioraba a pasos agigantados, haciendo de él una marioneta aún más susceptible a la manipulación de la Princesa Isabel.
—¡Es una rebelión! ¡Una afrenta a mi corona! —rugió el Rey, su voz ronca por la ira, mientras golpeaba el brazo de su trono con un puño tembloroso—. ¡No permitiré que unos plebeyos y unos traidores socaven mi autoridad! ¡Encuentren a Orlo! ¡Encuentren a Conan! ¡Y a la tejedora… a la tejedora mátenla en público!
Isabel, sentada a su lado, con el rostro lívido y sus ojos fríos como el acero, avivaba la llama de su furia. Había detectado la sutil ayuda de Calix a Kaida, la traición en su