El Arte de las Sombras
El aire en el patio, ahora un santuario de sudor y disciplina, vibraba con la intensidad de nuestros entrenamientos. Mis movimientos, antes torpes y vacilantes, comenzaban a adquirir una fluidez que me sorprendía. Bajo la tutela de Conan, no solo perfeccionaba los golpes y las esquivas, sino que mi mente se afilaba, convirtiéndome en una estratega capaz de anticipar no solo el movimiento de un oponente en combate, sino también las intrigas de la corte. Mi habilidad para observar y analizar, cultivada en mi vida noble, se transformaba en una herramienta poderosa en este nuevo mundo de sombras.
—La verdadera defensa, Kaida, no es solo el puño que golpea, sino la mente que predice —me decía Conan, mientras mis pasos se sincronizaban con los suyos en una danza simulada de combate—. En el ajedrez del reino, cada movimiento es una declaración. Y tú, debes aprender a leer esas declaraciones antes de que se pronuncien.
Mi transformación no pasó desapercibida en el barrio