La Caja de Joyas es un Espejismo
El aire en el interior de la forjada abandonada era un cóctel de hollín, metal viejo y la tensa expectación de los que se preparaban para la guerra. La luz de la luna llena, que se filtraba por las grietas del techo, iluminaba nuestros rostros. Habíamos huido de la ciudad, pero no de la batalla. A mi lado, Calix , el príncipe que había abandonado su corona por la verdad, se movía con una determinación feroz. Orlo , el noble caído, afilaba su hacha de leñador, la única arma que se sentía real en sus manos, y Silvio , el herrero redimido, pulía una espada, su martillo forjando ahora la libertad. Yo, Conan , el lobo de las calles, me encontraba en el centro de todo, con la mente trabajando a una velocidad vertiginosa.
—El plan original era ir a por la caja de joyas —dijo Calix , su voz era un susurro roto por la angustia—. Está en la Cámara de los Secretos del Rey. Si la encontramos, demostraremos la inocencia de Kaida . Pero...
—Es una trampa, prí