"Anabel"
Ya había una semana que Leonel estaba en el hospital. Había salido del período crítico y como el médico había avisado quedó con secuelas irreversibles, tuvo el habla comprometida y el lado derecho del cuerpo quedó paralizado.
Don se encargó de contratar un equipo de enfermería para acompañarlo en el hospital y yo pasaba todas las tardes en el horario de visitas. Era deprimente verlo en esa cama, un hombre orgulloso, arrogante, de repente reducido a un saco de huesos sobre una cama.
No me quedaba más de cinco minutos en ese cuarto, era más que suficiente, aquello era sofocante para mí, principalmente porque veía las lágrimas cayendo de sus ojos siempre que llegaba, no tenía idea si me quería ahí o no, pero parecía que mi presencia aumentaba su sufrimiento, pues, según el médico, la comprensión, la memoria y el discernimiento no habían sido afectados.
Estaba frente a la cama, mirándolo, como hacía todos los días, me paraba ahí y lo miraba, no hablaba nada, no lo tocaba, solo