"Lisandra"
Patricio me rodeó de cuidados durante el tiempo que estuvimos en su casa. O sea, siempre era cuidadoso, pero había sido especialmente atento durante el almuerzo. Me di cuenta de que el hecho de que yo no estuviera cómoda en su casa lo molestaba. De vuelta en la oficina, me jaló hacia su oficina y cerró con llave la puerta, mirándome muy serio.
—Necesito un beso, mi dulce, creo que estoy en una grave crisis de abstinencia por la falta de tus besos. —Hizo drama y empecé a reírme.
—¿Y cómo sería esa crisis de abstinencia? —Pregunté todavía riéndome.
—Palpitaciones, falta de aire y una gran comezón en las manos. —Habló como si estuviera sufriendo.
—¿Comezón en las manos? —Ese síntoma era extraño.
—Sí, ¡mis manos me pican de ganas de tocarte! —Sonrió y me carcajeé. Era divertido y mimoso, le gustaba el cariño y que lo consintieran y yo estaba más que dispuesta a darle mucho cariño y mimarlo, quería dejarlo aún más mimoso.
—Cariño, pero no necesitas sufrir de abstinencia, ¡