"Rita"
El día estaba tan caluroso y llegué de la iglesia agotada, necesitando un baño y algo fresco. Era agotador hacer el papel de esposa abandonada y tener que aguantar todos los consejos y lamentos por mi marido ingrato que se fue de casa. En realidad, cuando llegué y me di cuenta de que Orlando se había ido de casa me puse muy contenta, ya estaba cansada de él, pero necesitaba mantener mi papel de esposa amorosa abandonada.
—¡Cida! ¡Cida! —Llamé a la empleada, pero era una tonta, siempre tardaba en aparecer.
—Sí, señora. —Cida apareció secándose las manos en el delantal.
—¿Dónde está Juliano?
—Durmiendo, señora.
—Tráeme algo fresco, tengo mucho calor. —La empleada salió de la sala y regresó con la bandeja con el refresco. Me estaba mirando con desconfianza. —¿Qué pasa, Cida?
—Señora, don Camilo estuvo aquí más temprano.
—¿Qué vino a hacer ese desgraciado a mi casa? ¿Lo dejaste entrar, inútil? —Ya le había prohibido la entrada a ese insoportable en mi casa, y aún después de