"Camilo"
La mujer que me interpelaba tenía más de cuarenta años, maneras muy sencillas y con los ojos bañados en lágrimas. Retorcía en las manos un pequeño pañuelo y a su lado un joven la apoyaba.
—Disculpe a mi madre, pero es que desde que el policía fue a casa está inquieta y nerviosa. —El joven habló.
Me acerqué a ella y tomé sus manos con gentileza. Había tanto dolor en esos ojos, parecía que ya lloraban desde hace mucho tiempo, las marcas a su alrededor lo decían. Mi abuela decía que el corazón de una madre que pierde a su hijo nunca podría ser consolado.
—¡Lo lamento tanto! —Fue lo que logré decir, antes de emocionarme también. Sabía que ese bebé podría ser la hija de ella o mi hermana, había un dolor uniéndonos en ese momento. —¿Podemos conversar un poco, tienen tiempo? —Solo asintió con la cabeza.
Salimos del cementerio y nos sentamos en una cafetería que había ahí cerca. Mi padre y ella se entendieron en el dolor que compartían, en las tragedias que los abatieron, pero es