"Flávio"
Cuando llegamos a casa del hospital, no había nadie, solo una nota de Lisa diciendo que habían salido y tardarían. Después de un baño mi pequeña me mostró varias veces que ella es la mujer de mi vida y que es la única hacia quien debo correr, no que tuviera alguna duda de eso, porque nunca la tuve, pero adoraba cuando ella tomaba la iniciativa y me dominaba de esa manera.
—¿Estás sonriendo por qué, grandote? —Manu salió del closet y me pilló con esa sonrisa enorme sentado en el sillón del cuarto.
—Porque no logro quitarme la sonrisa de la cara. Parece que la pegaste aquí —la jalé hacia mi regazo y la besé.
—No empieces, tenemos visitas —se rio.
—No te acordaste de eso esta noche. ¿Estás segura de que quieres salir del cuarto? —pasé la mano sobre su seno y se estremeció.
—Sí, vamos. Ya es tarde —salió de mi regazo rapidito.
Llegamos a la mesa del comedor y había tres personas mirándonos de mal humor, pero el más enojado de todos era Camilo.
—Eh, gente, ¿qué pasó? —pregu