"Heitor"Cuando llegué a la empresa el viernes, Julia, mi secretaria, ya vino corriendo detrás de mí. Julia era excelente y muy bien casada, por lo tanto, estaba fuera de mi alcance, llevaba conmigo tiempo suficiente para tomarse algunas libertades y mantenía las cosas entre nosotros bastante profesionales y nunca la cortejé. Aunque también, Julia tenía casi sesenta años.—Sr. Martínez, tiene un millón de asuntos pendientes en su escritorio y todos estos recados —Julia fue entregándome unos veinte mensajes sujetos con un clip.—¿A qué hora empieza a trabajar toda esta gente, a las cinco de la mañana? —le dije mirándola ya medio estresado.—A las ocho, pero usted llega media hora tarde, por lo tanto... —dijo Julia y se fue saliendo—. ¡Que tenga un excelente día!Desde que mi última asistente, la Srta. Camila, renunció la semana pasada, estaba muy complicado. Necesitaba sentar cabeza; acostarme con mi asistente sobre el escritorio después del horario laboral no fue una buena idea. ¡
"Samantha"Como trabajé ayer hasta cerrar la tienda, estaba muy cansada, a pesar de que hoy es lunes. Necesito otro empleo, uno que tenga un horario más decente y no ocupe mis fines de semana. Trabajar en una tienda de centro comercial era muy agotador. Pero recién me había graduado en administración y mi única experiencia era esta, así que encontrar otro empleo no estaba siendo fácil.Las comisiones eran bastante buenas, la tienda era muy elegante y todo allí era caro, yo vendía bien, tenía unas clientas fieles, pero estaba siendo muy difícil para mí seguir trabajando aquí, junto con Cibele, después de que la sorprendí haciéndole sexo oral a mi entonces novio en la trastienda, y ella contaba con el apoyo de las otras dos vendedoras, lo que hacía el ambiente aún más insoportable.¡Fue la situación más humillante de mi vida! Había salido rápidamente de la tienda para comer algo, para no tener que cocinar cuando llegara a casa, ya que mi madre estaba viajando esa semana. Era casi la h
"Heitor"Mi lunes estaba siendo el purgatorio. ¡Necesitaba una asesora para ayer! Claro que estar con resaca no ayudaba mucho. Y haber dormido lo mínimo también era pésimo. Tal vez debería dejar esta vida bohemia. Me reí para mis adentros con ese pensamiento.Pero entrevistaría a Melissa Lascuran más tarde y era prácticamente seguro que la contrataría, ya me había informado con algunos conocidos y todos me garantizaron que era una profesional muy competente.Julia entró a mi oficina con varios papeles para que firmara. Y mientras me los iba pasando, decidió charlar un poco.—Hablé con Mariana hoy. Me contó que finalmente contrató una nueva asesora para el Sr. Mellendez.—Ah, sí. La chica que Lascuran recomendó. Parece muy competente —comenté despreocupado mientras firmaba papeles.—Sí, eso me dijo Mariana. Pero creo que no va a durar ahí —el comentario de Julia captó mi atención, levanté la cabeza y la miré.—¿Y por qué no, Julia?—Porque Mariana me dijo que es hermosa. Hermosa
"Heitor"Pensé que lo más práctico sería ir al centro comercial, ahí encontraría todo lo que necesitaba. Fui primero a la tienda de artículos religiosos, sería rápido y no quería ser un hereje que lleva objetos sexuales a una tienda de artículos religiosos. Cuando entré, la tienda tenía una única empleada que estaba charlando con una chica. Me acerqué a ellas mientras enviaba un mensaje a Hanna, diciéndole que estaba comprando un regalito para ella.Fui directo con la vendedora. No quería perder tiempo. Después ella y la otra chica podrían seguir con su plática. Pero la chica decidió hacerse la lista conmigo y comenzamos a discutir sobre a quién atendería primero la vendedora. Era irritante.Ya estaba impaciente cuando quité los ojos de la pantalla del celular. Pero cuando miré a la mujer frente a mí tuve que controlarme mucho para no pedirle su número. Era escandalosamente hermosa. Una morena que quitaba el aliento, con un cuerpo tonificado y sensual. Su boca era maravillosa, parec
"Heitor"Llegué a la oficina muy emocionado, el día de hoy sería divertido, pues mi asesora comenzaría hoy y me libraría de toda la sobrecarga de trabajo, además tenía el chisme sobre Mellendez con su asesora y por la noche vería a Hanna. Todo estaba muy bien.Cuando la puerta del elevador se abrió en el último piso de mi edificio, donde estaba mi oficina, me encontré de frente con Melissa Lascuran sentada con las piernas y brazos cruzados, balanceando una de sus piernas y resoplando. Apenas había salido del elevador y ella vino hacia mí.—¿Estas son horas de llegar, Martínez? Tu escritorio es un desastre y tienes montones de asuntos pendientes. ¡Este negocio no tiene gestión! Si estás pensando en quebrar, avísame, porque ni pierdo mi tiempo en empezar a trabajar aquí —Melissa hablaba sin parar para respirar y mis ganas eran de salir corriendo y esconderme de ella.—¡Me cayó muy bien! —dijo Julia desde su escritorio con una enorme sonrisa, divirtiéndose con mi sufrimiento.¡Meliss
"Samantha"—Ay, mamá, estoy tan triste de no poder ir contigo al cumpleaños de la abuela Elenice —le dije a mi madre mientras almorzábamos en el centro comercial.—Lo sé, hija. Pero le encantará tu regalo y tú necesitas trabajar. Las responsabilidades siempre en primer lugar, Samantha —dijo mi madre.Mi madre era una mujer muy fuerte. Me crió sola. Mi padre nunca quiso saber de la responsabilidad. De vez en cuando aparecía diciendo que quería verme, pero era más para molestar a mi madre. Así que después de cumplir dieciocho años, lo puse a correr. No necesitaba un padre que aparecía solo cuando le convenía para crear problemas con mi madre. Era muy claro para mí que no tenía ningún interés en su hija.—¿Cuántos días te quedarás allá? —pregunté.—Una semana. Tomé algunos días libres y voy a aprovecharlos. A mí también me gusta el regazo de mamá —sonrió y le devolví la sonrisa—. ¿Estarás bien?—Sí, mamá.—Ahora cuéntame las novedades. ¿Cómo van las cosas en la tienda? —Mi madre y
"Heitor"Almorzamos con mi madre y Julia el martes, después de la confusión de los regalos intercambiados, y me volvieron loco con aquello.—Mamá, tengo una cosa más para ti —saqué del bolsillo de mi saco la tarjeta que aquella hermosa extraña dejó en la tienda del centro comercial y se la entregué a mi madre.—¿Qué es esto? —preguntó mi madre.Les conté la historia y las tres mujeres frente a mí se reían como niñas y se burlaban de mí. Mi madre leyó la tarjeta y se la pasó a Melissa y a Julia. Secándose una lágrima en la esquina del ojo de tanto reír, me dijo:—Heitor Martínez, soy una buena madre y te di educación. Ese comportamiento tuyo en la tienda es absurdo. Te recomiendo que vuelvas allá y te disculpes con la vendedora y que si algún día vuelves a encontrar a esa chica, te disculpes con ella también.—Mamá, no voy a volver a la tienda para disculparme —respondí.—Oh, sí, sí lo harás. Eres mejor que eso, Heitor. Y vas a volver y disculparte porque yo no crié a un hombre a
"Heitor"—Martínez, por hoy es suficiente —ya pasaban de las siete de la noche del viernes cuando Melissa decidió liberarme.—¿Qué? ¿Me vas a soltar más temprano hoy de nuevo? —le pregunté sonriéndole.—Si quieres te dejo una tarea para que hagas, pero yo me voy. Fue una semana cansada, das mucho trabajo.—No, sin tareas, por favor. Yo también estoy cansado. Pero me gustaría agradecerte.—¿Ah, sí? —Melissa se recostó en la silla con una sonrisita de gato que atrapó al ratón.—Sí. Tal vez me arrepienta de decir esto, pero voy a ser sincero, me trajiste de vuelta a la realidad. Estaba descuidando mi empresa y tú me pusiste en el camino correcto de nuevo. Gracias.—¡Te dije que me necesitabas! —Melissa amplió su sonrisa—. Solo por eso te voy a dar el fin de semana libre. Pero nada de llegar con resaca aquí el lunes, ¿entendido?—¡Lo prometo! —levanté la mano y se lo garanticé.Melissa recogió sus cosas y se fue. Tomé mi celular y llamé a Patricio. Salí de la oficina y fui a encon