"Samantha"
Durante una semana Heitor y yo disfrutamos de la compañía del otro navegando por la costa. Conocimos muchas pequeñas ciudades costeras, pintorescos pueblos de pescadores, encontramos pequeñas islas paradisíacas y ensenadas aisladas. Conversamos, hicimos el amor, reímos, nos relajamos.
Al atracar nuevamente en nuestra ciudad, ya ni quería regresar, no quería dejar atrás esos momentos dulces y llenos de amor, pero no había remedio, la vida real llama a la puerta tarde o temprano. El lado bueno es que tendríamos toda la vida para disfrutar de hermosos momentos juntos.
El lunes incluso pensé que todo estaba muy tranquilo en el trabajo, no había visto señales de las chicas todavía, lo que hasta me sorprendió, pero a la hora del almuerzo, entraron a mi piso todas ellas, incluso Meli y Hebe, saltarinas y curiosas.
—¡Queridas, he llegado! —bromeé al ver a ese grupo de mujeres caminando hacia mí.
—Yo me estoy preguntando si no te da vergüenza haber regresado de la luna de miel y