"Manuela"
Sentí un beso en la nuca, seguido de varios más, hasta la oreja, y la voz más hermosa del mundo me susurró al oído.
"¡Buenos días, mi pequeña hermosa! Es hora de despertar", susurró Flávio mientras su mano recorría mi espalda desnuda de arriba abajo.
Abrí los ojos, sorprendida por la luz. El día había amanecido tan rápido que las pocas horas de sueño que había conseguido eran muy pocas. Pero despertar así era mi nueva forma favorita de empezar el día. Me giré, sonriéndole al hombre más hermoso del mundo, que estaba sentado a mi lado, sin camisa, luciendo ese cuerpo que me había hecho gritar su nombre varias veces la noche anterior.
"¡Buenos días, mi ayudante!", respondí, feliz de ver sus ojos brillantes sobre mí, y él me devolvió el beso con un beso impresionante.
"Pequeña...", dijo con cariño, rozando mi nariz con la mía. "¿Cómo te sientes?".
"¡Feliz!" Dije simplemente, y él sonrió.
"¿Ah, sí?" Asentí, y me dio un beso rápido. "¿Y qué causó toda esta felicidad?"
"¿No lo sabe