"Hebe"
Ojalá supiera qué le pasaba a mi hermano por la cabeza, porque a veces Heitor pierde la concentración por completo y se va al garete. Le di instrucciones precisas. Era un perro pequeño, solo uno. Luego regresé de un viaje maravilloso y recibí a mis hijos con dos perros, y el perro de Clara era casi tan grande como ella. Quería enviar a los perros y a los niños de vuelta a su casa.
Por supuesto, tenía un discurso preparado para responder cuando lo llamé furiosa, interrogando a los dos perros. Lo peor fue que me convenció. Siempre lo hacía. Había sido así desde niños; hacía lo que él quería. Sin embargo, mis hijos eran dos pequeños insoportables, y lo sabía. Eran dos pequeños insoportables que manipulaban a su tío a su antojo, y yo invariablemente me sentía manipulada a cambio, porque después de que Heitor cediera a sus deseos, me hizo ceder a su propio deseo de complacer a sus sobrinos.
No tenía elección; Me llevé a los mocosos de vuelta con dos perros. Para mi sorpresa, el pequ