“Alessandro”
Regresé a la oficina y me sentía como un animal enjaulado. Me sentía desesperado, quería correr tras Catarina, pedirle perdón. Pero no podía hacerlo así, estaba en el trabajo, en la empresa de Martínez, no podía irrumpir sin más, sería una falta de respeto y me odiaría aún más.
Pero no iba a esperar hasta el final del día. Así que decidí ir tras ella. Salí de la oficina y le dije a Celeste que no volvería. Quería arrastrar a esa serpiente y echarla de mi edificio, pero tampoco podía. Tenía que esperar, esperar... eso era desesperante.
Fui a la empresa de Martínez y un torbellino de pensamientos me recorrió la mente. Pero le pediría ayuda a Heitor para hablar con Catarina sin causarle ninguna vergüenza.
- Buenas tardes, Sr. Mellendez. ¿En qué puedo ayudarle? —La secretaria de Martínez siempre fue muy profesional, aunque le pareció extraño que me presentara sin cita previa en plena jornada laboral.
—Déjemelo a mí, Júlia. Yo me encargo del Sr. Meléndez. —Escuché la voz de Me