Nos quedamos por varios minutos en silencio, cada uno ensimismado en sus pensamientos, mientras poco a poco nuestras agitadas respiraciones se normalizan. Acabo de cumplir una de mis fantasías sexuales sin querer y diablos fue mejor de lo que me imagine.
—Leandro…. saca tu pene—ríe— lo digo enserio.
— Estamos muy cómodos dentro ti— me susurra al oído— incluso podríamos empezar la segunda ronda— empieza a moverse lentamente y me es imposible no gemir.
—Leandro, deja que Rizzo se quede.
—NO— responde— y no me harás cambiar de opinión nadie lo hace.
—Solo dale una oportunidad, fue injusto y lo sabes— trato de convencerlo.
—No— me empujó hacia delante sacando su pene. Me volteo para seguido cogerlo con una mano y empezar a darle placer.
— ¿se quedara?—pregunto mientras aumento los movimientos con mi mano.
Niega cerrando los ojos. Mermo los movimientos y escucho un gruñido de su parte. Me acerco a su oído cuando apretó un poco fuerte su miembro para seguido mover más rápido haciend