Ya de vuelta en la cabaña, luego de una deliciosa ducha caliente, el hambre surgía, y nuestras ganas de más también.
– ¿Vamos a comer? –sugirió Jack, quien con el cabello mojado me esperaba acostado en los sillones.
–Vale. –Asentí varias veces con la emoción–. Ah pero, ¿No vendrá él?
– ¿Qué Nolan? No creo, de seguro nos estaba molestando.
Sonó el timbre y nos miramos asustados. ¿Será posible?
–Debe ser alguien de recepción. –dijo Jack, tratando de calmar la situación. Se levantó del sillón y caminó a paso