54 "No se me forzará a casarme"

La orquesta tocaba una suave melodía cuando el primer invitado se atrevió a sacar a Gabriela, no era común que en un país árabe la esposa tuviera dicha libertad, sin embargo, Durban tenía una apertura diferente y que demostraba cada vez más. Por lo que después de una reverencia el hombre le pidió un baile y ella aceptó. No necesitó ver hacia León para pedir permiso o para decirle que volvía, de hecho, solo cruzaba con él las palabras esenciales y se limitaba a expresarlas en público donde fingía todo lo que podía y ocultaba sus sentimientos. Sintió que él no le quitaba la vista de encima y que seguramente había fulminado con la mirada al tipo, el cual afortunadamente no se había dado cuenta de nada.

Después de él vino, otro y otro y otro. Quienes gracias a Dios solo parecían tener ojos para ella incluso cuando le hacían una reverencia a su esposo al lado.

Y León por obvias razones no pudo hacer nada más, no se le pasó por alto la mirada vigilante de su suegro sobre su hijo menor. Y el
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