Claudia (la mejor amiga de Brenda) no dejaba de llorar mientras tenía en sus manos un ramo de rosas rojas:
—Quiero darle estas rosas por favor —pidió.
La joven se acercó hasta la tumba y arrojó las rosas al vacío cayendo encima del cajón oscuro. Después, poco a poco el hueco fue llenado de arena.
Danna estaba acostada en su cama, quería estar sola y poder llorar toda la noche. Aunque, esto no pudo lograrlo ya que alguien entró a la habitación.
—Danna... —Escuchó detrás de ella. Era Daniel quien había acabado de llegar, pero ella no hacía ni un solo movimiento— lo siento mucho — Daniel se acostó a su lado—, debí estar ahí para ti —se acurrucó en ella— perdóname.
—¿Cuándo llegaste? —preguntó Danna entre sollozos.