Capítulo 4: ¿Es tu novio?

El traje negro, sus zapatos bien lustrados y sus lentes lo hacen lucir muy apuesto, y las chicas lo miran con detenimiento y alguna que otra con la boca abierta. 

Michelle, quien no estaba muy lejos, esperaba por Amber, desde el marco de la puerta de la universidad. 

—Vaya que si has llamado la atención con ese hombre tan apuesto amiga. 

—No es de mi gusto. 

Michelle se burla de las palabras de la chica y frunce el ceño.               

—¿No te gusta? —inquiere incrédula. —pero es guapo, muy guapo — suelta acentuando cada palabra y Amber mira en dirección al hombre, al parecer el joven siente su mirada y mira en su dirección, pero ella se da vuelta disimulando.

—Vamos o entraremos tarde a clase.  

*****

Al terminar las clases, Amber con vacilación camina hacia su escolta. —Oye —lo llama pero no por su nombre, así que el joven no vuelve a verla. —Te estoy hablando cara de poker —dice pinchando su hombro con un dedo como si estuviera sucio, al sentir su toque el chico se echa hacia atrás en la banca donde se encuentra y mira a la chica.

—Mi nombre es Gael —menciona con desdén.

—Si, como sea, necesito ir a la biblioteca —suelta y él enseguida esboza una sonrisa lobuna, mirando hacia otro lado para luego ponerse de pie. 

—¿Cómo me llamo? 

—Dije que necesito ir a la biblioteca —replica ignorando su pregunta y con arrogancia. 

—Si me llamas por mi nombre te llevaré allí. 

—Sabes que, no importa iré con Michelle sola, cara de poker —comienza a caminar pero el joven la persigue y la carga en su hombro, devuelta al auto. 

—¡Oye, bájame! —exclama. —¡¿Qué haces?! —grita y de un momento a otro al ponerla en el suelo, justo al lado de la puerta del copiloto, recibe un empujón que por poco lo hace caer. 

—¡¿Qué crees que haces?! —grita un chico de la misma estatura y contextura que el escolta. 

—¡A ti qué te importa! —al escucharlo el joven intenta caminar hacia Gael, para golpearlo, pero Amber sostiene su mano con fuerza.

—Espera Javier.

Al escucharla se detiene y se devuelve hacia ella. —¿Estás bien? —la niña asiente y él la abraza. 

—¿Y tú eres? —Gael,  al ver que está siendo abrazada por un hombre que no había visto antes, se acerca a ella a toda prisa y los separa, pero Javier, pone resistencia y lo detiene.

—No te acerques a ella —dice con desdén. 

—Soy su escolta, imbécil.

El joven Javier se aleja un poco de la chica y ella asiente mirando hacia otro lado.  

—De todos modos, no tienes ningún derecho a tratarla así.

—Eso a ti no te incumbe.

—¿Así tratas a tus jefes?

—La trato como me dé la gana, ya quitate —Gael empuja a un lado al joven Javier, y le abre la puerta a la chica. 

—Luego te hablo Javi. 

—Está bien. 

Gael, se detiene justo frente a Javier como si estuviera retandolo con su mirada.

A punto de explotar cierra la puerta del auto con ira y sostiene el volante con tanta fuerza que sus nudillos se tensan. 

—¿Es tu novio? 

—No, no lo es —contesta sin pensarlo.

—Pareciera que sí.

—Bueno, ¿y eso a ti que te importa? 

—Me importa porque debo reportar a cada uno de los que se acercan a ti. ¿entiendes? —habla exasperado, pero se tranquiliza al ver su mirada. —¿La biblioteca central? —pregunta intentando apaciguar el ambiente. 

—Si —contesta ella cortante —, él es solo un amigo, aunque me ha propuesto que seamos novios, dije que no, y tengo una linda amistad con él, no es mas, asi que dile a mi hermano que no es nada. —suelta y al ver que han llegado se baja enseguida sin esperar a Gael.                             

El hombre baja del auto y exhala para calmarse, luego la sigue. 

Mientras Amber se encontraba en la biblioteca, un hombre que acababa de llegar a un departamento, tiró su maleta con fuerza al mueble, levantó su brazo y se rasco la nuca con desesperación. 

—¡M****a, M****a! —grita y lanza de una patada a una de las mesas por los aires, levanta el celular y hace una llamada. —¿Por qué diablos no me dijiste que ella tenía escolta? —pregunta con desdén.

—Señor, cuando intentamos secuestrarla, ese día nos dimos cuenta, cuando él apareció en el lugar de los hechos. 

—Deshazte de él, hoy toco a Amber y con eso tendrá que pagar por acercarse a ella —suelta.

—Está bien, señor. 

—¿Hablaste con los dos detenidos? 

—Sí señor, no hablaran por nada.

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