Mina siguió sorprendiéndose cuando llegaron a una zona de los suburbios muy famosas de la ciudad de New York, ¿Quién se iba a imaginar a un chef en una casa con jardín e hipoteca? ¿Quizás un perro? ¿Gato?
El auto se detuvo en espera de que el portón se levantara, luego entraron, Mina miró la cochera, notó una organización en cajas en repisas y un área de herramientas, que tenía demasiados aparatos que en toda su vida nunca vio.
―Bienvenida a mi humilde hogar.
―Pensé que iríamos a un lugar más discreto, ―murmuró mirándolo, ― ¿Qué le dirán tus vecinos a su esposa por la mañana? ―Jaren sonrió.
―Sabes que no estoy casado.
― ¿Divorciado? ―él negó, sus dedos se posaron en el volante de cuero. ― ¿Viudo? ―negó de nuevo.
―Sabes que estoy