Anya

—¡Pero si es la agente federal! Olya se equivocaba estas buenísima—aparece Mauricio, el líder de la mafia australiana.

El hombre que me sujeta me empuja.

—Quiero agradecerte por tratar de encarcelar al inservible de Sean, una total vergüenza para organización ¿dejarse hipnotizar por una puta?—se acerca, doy un paso atrás pero el hombre que sujeta lo evita.

—Quédate quieta perra—jala mi cabello.

—Quiero admitir que eres caliente, tienes unas lindas tetas—se acerca y toca mis pechos, me hace sentir nauseas, lo miro y escupo en la cara.

—¡No me toques maldito hijo de puta!—me exaspera y grito, me mira y voltea mi cara de un bofetón.

—Es la