Pasado doloroso

Moira no se permitió deprimirse, muy a pesar de que parecía que la vida le daba una patada tras otra.

—Lo siento mucho, señorita Jineo, como no llegó el día acordado y no llamó para notificarnos el cambio de planes, decidimos contratar a otra persona que también estaba interesada en el puesto.

—E-está bien, entiendo. —No le quedó de otra más que resignarse, esto se ganaba por irresponsable—. Gracias de todos modos.

—Entonces ¿perdiste el empleo en Londres? —le preguntó Lilly con pesar en otra de sus visitas.

—Lo olvidé completamente, fui muy estúpida. —Suspiró—. La verdad es que no quiero irme del todo… —Llevó sus manos a su vientre—. Quisiera que nazca aquí en California, que es donde nosotras nacimos, pero… necesito irme de aquí. No quiero volver a cruzarme con Zack nunca. —Se cruzó de brazos.

—Bueno, eso se puede arreglar. —Robert sonrió, chasqueando los dedos—. Te quedas con nosotros hasta que el bebé nazca y por mientras te conseguiré un empleo en Londres. Y nos aseguraremos de que Zack no sepa absolutamente nada, será pan comido ¡no es como que quiera volver a tener a alguien que hizo llorar a una mujer en mi casa otra vez! —Rio escandalosamente, mientras Franny asentía con la cabeza en completo acuerdo.

A pesar de que Zack también era su amigo, ellos estaban completamente del lado de Moira.

—P-pero eso es mucho pedir… Y ustedes son recién casados, no quisiera invadir su espacio. —Negó con la cabeza, agitando las manos.

—¡JAJA! ¡No te preocupes, hay decenas de sirvientes en esta casa! No es que estemos completamente solos. —Sorbió de su té tranquilamente—. Además, creo que olvidas algo, Miry.

—¿Eh? ¿Qué cosa?

—Zack es actualmente el hombre más famoso del mundo. —La miró seriamente—. Y no es exactamente un secreto que tú eras su novia. Obviamente todos se enteraran tarde o temprano que rompieron y ¿qué pasara cuando te vean con un bebé pocos meses después de que terminaran?

Moira se congeló.

—¡Demonios! —No pudo evitar maldecir en voz alta.

¡¿Cómo no pensó en eso?!

—Conocemos tu terquedad, querida Miry, pero no lograrás lo que quieres sin ayuda de un multimillonario que pueda controlar a la prensa para que mantenga tu secreto. —Robert sonrió victoriosamente—. En otras palabras, no puedes negarte a recibir mi ayuda. O no durarás ni dos semanas oculta de Zack.

Miry suspiró. ¿Cómo podía ser tan amable y soberbio al mismo tiempo? Típico de Robert.

—De acuerdo… —Realmente no tenía la opción de negarse—. ¿Pero qué estás planeando exactamente? Tendrías que tomarte muchas molestias. —De verdad que esto no le gustaba nada.

—No será nada, ya tengo algo en mente. —Sonrió orgullosamente–. Hay un pueblo pequeño en el sur de Londres donde puedes quedarte sin llamar mucho la atención, no son muy aficionados a la tecnología y me será fácil sobornar a los medios locales para que no dejen filtrar la información. Están en un lugar bien ubicado, y hay varios peces gordos londinenses que me deben un favor, así que será pan comido buscarte un empleo y mantener la prensa a raya. Tú mantente tranquila y ten al bebé aquí, luego podrás partir inmediatamente a Londres y tendrás la vida que quieres oculta del patán de Zack.

—Un nuevo comienzo es lo que buscas ¿no es así? —Franny la miró con comprensión—. Has pasado por mucho, por favor, permítenos apoyarte en esto. Mereces un poco de paz. —Sonrió suavemente.

Miry los miró con una sonrisa llorosa, verdaderamente muy agradecida desde el fondo de su corazón.

—Gracias… —Solo pudo decir, aunque su sonrisa cayó un poco al ver el gesto lleno de tristeza de su hermana, que se había mantenido en silencio durante toda la conversación.

Probablemente no estaba muy feliz con la idea de que se fuera a otro continente tal vez para siempre, pero este fue el camino que eligió para trazar su nueva vida lejos de Zack e iba a seguirlo. Nada la haría cambiar de opinión.

***

Moira Jineo dio a luz a una niña, una niña a la que nombró Lutxi, con brillantes ojos claros y el cabello de un color bastante peculiar, rubio tan claro que a la luz del día parecía adoptar tonos rojizos y a la luz de la luna parecía ser totalmente blanco, una cualidad realmente extraña que compartía con su padre, con Zack, algo que Moira siempre amó de él.

Su niña era hermosa, se enamoró a primera vista de ella y desde mucho antes al sentirla creciendo en su vientre, pero le preocupaba un poco lo innegablemente idéntica que era a su padre… ahora realmente agradecía que Robert hubiera insistido en brindarle su ayuda o verdaderamente su teatro no iba a durar mucho antes de caer sobre su cabeza. Y verdaderamente no quería saber qué diría Zack si se llegaba a enterar algún día, lo mejor era no que no lo supiera, ya que si su reacción era mala Moira no podría perdonarlo, y a pesar de todo no quería odiarlo. Él le había dado, aunque sin saberlo, a la personita más importante en su vida.

Apenas Lutxi cumplió tres meses, se despidió de sus amigos y de su hermana y abordó un avión privado de Robert (a quien obviamente le encantaba desperdiciar su dinero) para abandonar California y llegar al pueblo sureño de Londres que Robert le recomendó, el lugar que sería su hogar de ahora en más.

Robert y Franny también insistieron en conseguirle una casa para que pudiera criar más cómodamente a su hija, y Moira no pudo negarse, pero al menos insistió en que eso fuera lo último que harían por ella. De ahora en adelante se encargaría de todo sola.

Criaría a su hija sola y se adaptaría a esta nueva vida sola, porque fue el camino que eligió.

Aunque el recuerdo de Zack siguiera trayendo lágrimas a sus ojos, aunque soñara con que él pudiera estar a su lado, no podía retroceder ahora. Así que se deshizo de esas bobas fantasías, de las dudas de cómo sería él como padre, de sí el ver a su hijita podría tal vez ablandar su corazón de piedra, dudas de cómo sería una vida con no solo ellas dos, sino ellos tres, como una familia.

Sin embargo, eso era algo que jamás podría ser. Porque él no podía darle lo que ella quería, y ella nunca sería suficiente para él.

Zack siempre fue así, lo más importante para él era el avance tecnológico, vender sus inventos y dejar su vida personal de lado para cumplir con sus metas. Moira lo admiraba por eso, porque él hacía todo por motivos nobles, él verdaderamente quería ayudar a la humanidad a mejorar, tenía principios y creencias hermosas que la hicieron enamorarse de él, era un hombre maravilloso. No obstante, ese hombre maravilloso solo se interesaba en su trabajo, su vida personal era más bien un pasatiempo, algo que no le importaba demasiado. Ella creyó que él quizás la vería como su apoyo cuando no estuviera trabajando, pero ahora creía que para él fue más bien un juguete.

Ella estaba dispuesta a dar todo por Zack, por años se sacrificó para que él estuviera cómodo. Él cancelaba sus citas, olvidaba sus aniversarios, nunca tenía detalles con ella, siempre tenía que insistirle para comportarse como un novio verdadero, y podría haber seguido soportando eso, porque lo amaba, pero no dejaría que su hija lo soportara.

Zack no iba a hacerle a Lutxi lo mismo que le hizo a ella por años. No iba a dejar a su niña esperando, no iba a decepcionarla, no iba a abandonarla cuando la necesitaba, no iba a darle solo las migajas de su afecto. Moira no se lo permitiría.

Ahora solo quería olvidar todo y concentrarse en su hermosa hija, en ser una buena madre para ella, también en progresar en su nuevo trabajo en la policía local, aunque era de oficina y de medio tiempo por el momento, pero ya vería cómo resultaba todo después.

Tenía muchos años por delante en ese pueblo, sería el lugar donde criaría a su hija, el lugar donde construiría una nueva vida, el lugar donde olvidaría todas las heridas del pasado.

Fue difícil al principio, pero se las arregló para destacar en su trabajo sin descuidar a su bebita y rápidamente ganó amigos y se sintió más bienvenida en ese pueblo, aunque seguía teniendo problemas para acostumbrarse al inglés londinense, y siempre hablaba en español con su hija a menos que tuvieran visitas. En la ciudad de California donde nació la mayoría hablaba español, pero aun así sabía inglés, solo que le sería difícil adaptarse al nuevo país y a hablar inglés todos los días.

El recuerdo de Zack seguía doliendo, y al ver la cara casi igual de su pequeña se preguntaba si realmente algún día podría olvidarlo, o aunque sea dejar de amarlo… Algunas noches, todavía sentía el impulso de llorar por esa vida con la que tanto soñó y no pudo ser.

Cuando su hija cumplió su primer año, decidió que daba igual si lo olvidaba o no.

Todo lo que importaba era Lutxi, la única persona que realmente podía hacerla feliz. La única que era todo lo que necesitaba.

Le bastaba con tener a su hija, solo se concentraría en su hija. Nada importaba más que esa bella sonrisita resplandeciente.

Aun así, cuando escuchaba hablar de Zack en la televisión o por internet, igual dolía un poco…

Él estaba logrando todo lo que quería, tener la vida que siempre deseo, una vida donde solo vivía por y para su trabajo. Logró masificar a nivel mundial su tecnología y ya se sabía que estaba trabajando en métodos para reducir la contaminación en el mundo, otros grandes proyectos que tendrían su atención completamente capturada. Otra prueba de que sus vidas nunca pertenecieron juntas.

Zack Irissa ya era una estrella mundial, conocían su nombre en todo el mundo, tenía miles de admiradores, su nombre sería inmortalizado y ella… ella solo era una tonta que se enamoró de él en secundaria.

Prefería vivir oculta de él, prefería que jamás supiera que tenía a su hija escondida en otro continente, porque ella quería una vida normal junto con su niña, su sueño era solo ser una buena madre para Lutxi, no los sueños tan grandes y ambiciosos que el hombre que amaba tenía. Ahora eran de mundos totalmente diferentes, él era como un poderoso emperador y ella una simple campesina.

Ellos jamás podrían ser una familia.

—¿Quién es? —Un día, cuando estaban paseando por una calle que tenía una tienda donde vendían televisores, Moira se quedó paralizada al ver a Zack dando un discurso sobre los problemas que estaba intentando resolver para implementar sus planes de energías ecológicas en todo el mundo. Y fue entonces cuando su hija de casi tres añitos, tomada de su mano, lo vio por primera vez—. ¿Quién es él? —preguntó con sus ojitos brillando con inocente curiosidad.

Pudo sentir su corazón paralizarse en su pecho por un momento, pero rápidamente sonrió con dulzura, luchando por tragarse el nudo que le apretaba la garganta, impidiéndole respirar libremente.

—Solo es… un inventor famoso.

—Ah, bueno… ¡¿Vamos al parque ahora?! —Hablaba sorprendentemente bien para su edad, estaba tan grande que casi no podía creerlo, pero seguía siendo su linda bebita—. ¡¿El parque ahora, mamá?! —Le dedicó otra de sus hermosas y brillantes sonrisitas llenas de emoción.

Y el aire volvió a ser fácil de respirar.

—Claro. —Su sonrisa fue igual de feliz mientras la tomaba en brazos y se alejaba de esos televisores que mostraban a la más grande celebridad del mundo de la ciencia, al famoso Irissa Zack que era considerado uno de los hombres jóvenes más inteligente del mundo.

La superestrella Zack, un hombre que jamás podría ser para ella.

Después de todo, él ya no era más que un viejo recuerdo de una vida que abandonó, tenía cosas mucho más importantes en las cuales concentrarse. Dejaría atrás ese pasado doloroso para concentrarse en su pequeño futuro brillante.

Así era la vida, así era su nueva vida, y así era feliz. No necesitaba nada más.

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