Cegada por la rabia y el odio, salió de la prisión y se dirigió a la casa de Apollo. Con su poder, destruyó la entrada y buscó entre las ruinas la espada que había utilizado para pelear contra Andrómeda.
—¿Qué está sucediendo? —la voz de Apollo llamó su atención—. ¡Minerva! ¿Tú eres… la causante de