—No te necesito —alegó.
—Para tu desgracia, no tomaré en cuenta si estás de acuerdo o no —declaró—. Iré contigo, aunque no te agrade la idea.
Emilse lo fulminó con la mirada, para luego marcharse y cerrar la entrada de un portazo.
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El santuario de Áurea se hallaba ubicado en la cumbre de un