Capítulo 28

Los pasos pesados de Lucien y Adne dejaban claras huellas en el césped. El anochecer había caído y con ello, llegaron las estrellas y la luna, el paisaje era simplemente hermoso, Lucien quien iba levemente por detrás de Adne era capaz de ver algo que no había pensado antes.

— Qué hermosa es —. Al instante que ese pensamiento cruzo por su mente un sonrojo cubrió sus mejillas, por fortuna para él, Adne no se dio cuenta.

Adne siguió avanzando hasta llegar al lugar donde estaban los demás, el lugar estaba en completo silencio, el cual solo era roto por el suave crepitar de las llamas de la fogata, Arrianus seguía atado, y apoyado contra un árbol un tanto alejado de los demás, que se aglomeraban cerca de la hoguera.

— Que bueno que ya han vuelto —. Les dijo Louise con calma y una sonrisa tensa en los labios.

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